martes, marzo 01, 2005

A MI MADRE

La Gloria


¡Que corto ha sido el tiempo en que te tuve cerca!
¡Que dura tu partida para dejarme solo!
La herida de tu muerte se me mantiene fresca,
al caer de los días - dolor de plomo -,
y aún así me sostengo en esta vida terca
doblegando la pena que aúlla en mi lodo.


Mas llegará, por fin, aquel instante
en que volveré a tu lado, como siempre,
y te podré querer sin dolor de caminante,
y asomarme en tus ojos, y allí verte.


Y si al final de los días, engañados,
descubriéramos que todo era la nada
y que el Cielo en que creo no existiera,
Dios todopoderoso, en ese instante,
por ti, sólo por ti,
inventaría la Gloria,
para que yo pudiera,
de esa manera,
eternamente,
amarte.




Málaga, abril de 1986